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Hirschman en México

Héctor M. Magaña

Fabrizio Mejía Madrid en su nueva columna de Sin embargo nos trae a Albert Hirschman: economista que ha sido llevado a la pantalla por la nueva serie de Netflix. No obstante, en lugar de recaer en el personaje histórico (o en el recreado por Netflix), Fabrizio Mejía Madrid lo saca a la luz para poder desarrollar una serie de reflexiones en torno a la actualidad política de México.

En concreto, Fabrizio Mejía Madrid ha abordado el tema de la oposición con las ideas de Hirschman, en el sentido de que la oposición ha caído en un pesimismo letárgico e inamovible. Ante cualquier acción de cambio ellos se muestran renuentes. Se rigen por la máxima: “Todo cambia para seguir igual”. ¿Será entonces que la posible llegada de una mujer a la presidencia llegue a cambiar algo? No, porque los que gobiernan en el fondo “son los mismos de siempre”.

Esa inmovilidad y fatalismo, que hace de la historia política una máquina, que se rebobina es lo que ha llevado a semejante panorama fatalista. Hirschman los conjuga en tres condiciones: “A estas tres condiciones les llama “perversidad, futilidad, y peligro”, y las podemos ver en el discurso de nuestras tres derechas: la católica-empresarial; la heredera de los cristeros, y la que se dice “socialdemócrata”, como el PRD, el PRI, el Partido del Movimiento Ciudadano, y sus afluentes entre los catedráticos y los medios corporativos con sus periodistas “imparciales”.”

La historia no es muy larga. Tiene a sus personajes emblemáticos (los reaccionarios fatalistas): Edmund Burke, Lampedusa, Tocqueville, Gaetano Mosca, Wilfredo Pareto, entre otros. Todos y cada uno de ellos ven en el cambio un potencial peligro. Escribe Hirschman: “El efecto perverso ve el mundo social como notablemente volátil, y cada movimiento conduce inmediatamente a una variedad de contraataques insospechados; los defensores de la futilidad, por el contrario, ven el mundo como algo altamente estructurado y que evoluciona según leyes inmanentes, que las acciones humanas son ridículamente impotentes para modificar”

¿Qué hay del peligro? La oposición se ha vuelto popular por alertar de peligros en todas partes: desde el comunismo, hasta la vacunas, desde la ideología a la nueva dictadura, desde deudas a crear mayor desempleo, etc. La lista es larga y parece no terminar nunca porque el cambio siempre es una fuente de peligro, ya lo dice el famoso refrán: “Mejor mal conocido que bien por conocer”.

Miedo al cambio (mejor conservar que perder). Tal vez por eso vemos una oposición más bien desesperada por mantener lo inamovible de la historia y de la política. Una oposición que ve en cualquier medida el precipicio donde se lanza todo lo anterior, incluyéndolos a ellos. En fin, una oposición que se ha paralizado. Hirschman, se concluye, tiene su voz muy presente en la realidad mexicana.